El Privilegio Paulino se aplica cuando dos personas no bautizadas (por tanto, dos no cristianos) se casan, pero uno de ellos se convierte a la fe. Si la otra persona (es decir, la no bautizada) no quiere convertirse ni vivir en paz con el nuevo cristiano, entonces el matrimonio puede disolverse totalmente. Eso se llama el privilegio paulino porque tiene su raíz en la epístola de San Pablo a los Corintios 1 Corintios 7, 12-17:
“A los demás les digo yo, no el Señor,
que si algún hermano tiene mujer infiel
y ésta consiente en cohabitar con él, no la despida.
Y si una mujer tiene marido infiel
y éste consiente en cohabitar con ella, no lo abandone.
Pues se santifica el marido infiel por la mujer,
y se santifica la mujer infiel por el hermano.
De otro modo vuestros hijos serían impuros, y ahora son santos.
Pero si la parte infiel se retira, que se retire.
En tales casos no está esclavizado el hermano o la hermana,
que Dios nos ha llamado a la paz.
¿Qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido;
y tú, marido, si salvarás a tu mujer?
Fuera de ese caso, cada uno ande según el Señor le dio
y según le llamó.
Y esto lo mandó en todas las iglesias”.
“A los demás les digo yo, no el Señor,
que si algún hermano tiene mujer infiel
y ésta consiente en cohabitar con él, no la despida.
Y si una mujer tiene marido infiel
y éste consiente en cohabitar con ella, no lo abandone.
Pues se santifica el marido infiel por la mujer,
y se santifica la mujer infiel por el hermano.
De otro modo vuestros hijos serían impuros, y ahora son santos.
Pero si la parte infiel se retira, que se retire.
En tales casos no está esclavizado el hermano o la hermana,
que Dios nos ha llamado a la paz.
¿Qué sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido;
y tú, marido, si salvarás a tu mujer?
Fuera de ese caso, cada uno ande según el Señor le dio
y según le llamó.
Y esto lo mandó en todas las iglesias”.
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